Saturday, July 31, 2004

El Exilio en la Obra de Juan Gelman

El Exilio en la Obra de Juan Gelman

Por Tomas Calle

“No debiera arrancarse a la gente de su tierra o su país, no a la fuerza.
La gente queda dolorida, la tierra queda dolorida.
Nacemos y nos cortan el cordón umbilical. Nos destierran
y nadie nos corta la memoria, la lengua, los calores. Tenemos
que aprender a vivir como el clavel del aire, propiamente del aire.
Soy una planta monstruosa. Mis raíces están a miles de kilómetros de mi
y no nos ata un tallo, nos separan dos mares y un océano.
El sol me mira cuando ellas respiran en la noche, duelen de noche bajo el sol.”
Juan Gelman Bajo la lluvia ajena[1]




1) INTRODUCCIÓN:

Juan Gelman, es uno de los poetas argentinos más reconocidos dentro y fuera del país. A ganado el Premio Nacional de Poesía 1997 y el Premio Literario “Juan Rulfo” 2000[2], el más importante en su género en Latinoamérica. Su vida y obra, además de ser interesantísimas, son un reflejo del tiempo y del lugar que le tocó vivir. Autor de más de 28 libros, su temática poética abarca diversos tópicos, y el mismo se ha ocupado de aclarar que son tres sus grandes obsesiones: la poesía, la revolución y el amor. Al verse obligado a abandonar la Argentina por las amenazas contra su vida proferidas por la Triple A[3], y convertirse luego este exilio en permanente, a raíz del golpe militar de 1976, que le arrebataría su hijo, su nuera y su nieta, toda su obra, desde esa fecha a estos días, se ha escrito en el exilio. Actualmente reside en México.
Pena considerada por los antiguos griegos como más dura incluso que la muerte, el exilio, repercutió hondamente en la existencia de Gelman llevándolo a escribir poemas muy bellos, de un gran contenido y fuerza dramática.
En este aspecto de la obra de Gelman, el exilio, nos concentraremos, sin desmerecer el resto de su obra, cuya lectura recomendamos. Conocer el exilio en la Obra de Gelman significa conocer que pasó en esos años en esa parte del mundo e indagar sobre como el problema universal de los desplazados por causas políticas, puede abordarse desde la poesía y el lenguaje poético.
A lo largo del trabajo, iremos analizando las distintas etapas por las que atravesó este poeta durante su exilio, para, al final reflexionar algunas conclusiones.

ANTES DEL EXILIO
2) El pueblo en la poesía de Juan Gelman.
Nacido en Buenos Aires, en 1930, argentino de primera generación de una familia de inmigrantes judíos de origen ucraniano, que vino a estas tierras huyendo del hambre y las persecuciones a las que eran sometidos en la Odessa de 1915, a temprana edad manifestaría su inclinación poética.[4] Contó en esta empresa, con el apoyo de sus padres, que lo alentaron desde un principio a escribir.
Por aquellas épocas la Argentina estaba inmersa en un gran crecimiento, eran los tiempos del granero del mundo, el futuro se presentaba ancho y despejado. Desde 1916 hasta 1930 se respira una atmósfera de apertura política, con el advenimiento del radicalismo al poder, y la sanción de la Ley Sáenz Peña, que significó una real democratización del país después de varios años de una generación de gobernantes que si bien no admitió el juego democrático, logró que Argentina estuviera entre los primeros países del mundo en relación a su ingreso por habitante y como consecuencia de ello se desatara un aluvión inmigratorio procedente de Europa, fundamentalmente de Italia, España y en menor medida de otros muchos lugares, como Alemania, Polonia y Rusia.
El año del nacimiento de Gelman es marcado por un hecho político que tendrá graves consecuencias a lo largo de su vida y de la vida del país mismo: el golpe militar del General Uriburu derriba a la joven e inexperta democracia argentina, ante el desinterés y la anuencia de la sociedad civil. Este punto de inflexión, no percibido en su real dimensión en aquel momento, marca el inicio de la influencia de los militares en la vida política del país. De allí en adelante, por más de 60 años ningún gobierno[5] elegido por el pueblo llegaría a completar su mandato. Las Fuerzas Armadas, convertidas en cuerpos deliberativos, decidirán la suerte de gobiernos civiles o militares.
Luego del golpe del 30 vendrían otros gobiernos, de distinta extracción pero todos militares o fraudulentos, hasta que en 1945 llega al poder Perón inaugurando otra etapa polémica en la historia. Gobernó 9 años hasta que en 1955 una revolución, liderara por militares, apoyada por sectores de la iglesia y la sociedad civil, lo derroca.
Ni aún en nuestros días los argentinos han podido ponerse de acuerdo en qué significó el gobierno peronista. Para algunos, una revolucionaria inclusión social, para otros un gobierno de tinte fascista y autoritario. Probablemente las dos cosas sean verdad, lo cierto es que en 1956 Gelman publica Violín y otras cuestiones, su primer libro, en el que ya manifiesta su conciencia social, a través de poemas como Oración de Un Desocupado, de sorprendente vigencia después de tantos años de escritos. La visión sobre el país de inmigrantes que tenía Gelman en ese entonces queda reflejada en el poema “Un Viejo Asunto” [6]: “Fue a principios de siglo. La ciudad se ponía los pantalones largos, iba en landó, calzaba las vías férreas, ascendía hasta el cielo con ventanas. Era el imperio de los extranjeros, recién vendido a Inglaterra, era la reyecia de los Apellidos, el país dividido en cinco feudos donde engordaba el animal y pedro valía menos que el cuero de una vaca.
La crítica de Gelman hacia el país agro pastoril de aquellas épocas, tiene vigencia en nuestros días, cuando prácticamente toda la industria del país ha sucumbido y producto de ello hay un 20% de desocupación.[7] La sensación de no-pertenencia, de sobrar, de estar de más que tenía una parte de la población en esos tiempos se reproduce en la actualidad.
“El río entonces una madrugada fue despertado por extrañas voces, palabras dulces o ásperos sonidos, al aire anduvo averiguando que demonios sucedía, qué lenguaje lo trizaba en cristales asombrados, mientras los inmigrantes descendían con pantalones castigados, los bolsillos llenos de nostalgia y unos sueños, los pocos permitidos por la Compañía de Navegación”.
Como alguien alguna vez dijo, los mexicanos descienden de los mayas, los peruanos de los incas y los argentinos de los barcos y un porcentaje importante de los antepasados de la actual población arribó entre 1850 y 1920.
“Aquí vinieron italianos, turcos, árabes, rusos, búlgaros, judíos, eslovacos, polacos, españoles, con los dedos del hambre en la mejilla, con la lágrima seca sobre el pómulo, con las espaldas hartas del fusil, del knut, del palo de la policía, aquí vinieron, construyeron casas, relojes, sillas, lápices, pañales, empuñaron la reja, hicieron llover el cielo gotas congeladas de trigo o de maíz, aquí vinieron y edificaron días, esperanzas, árboles, hijos, pájaros, canciones, aquí empezó a dolerles el huesito, mientras el amo alcorta o anchorena mantenía queridas en París, vendía al país por unas esterlinas, paseaba sus polainas por Europa”.
Las causas de la emigración europea: la pobreza, la superpoblación, las persecuciones políticas y religiosas. El sueño de “Hacer la América” significaba a principios de siglo, una vida mejor. Estos inmigrantes, cuya único capital era su trabajo edificaron el país. Construyeron todo y de todo, la industria, los ferrocarriles, los frigoríficos. Pero ¿quien se quedó con el rédito de tamaña empresa?: el capital financiero, las compañías inglesas, latifundistas con derechos de propiedad dudosos y fraudulentos, la historia de siempre. La tierra ya tiene dueño les dijeron, sí, ¿pero que dueños?. Compradas desde Buenos Aires, a precios viles, adjudicadas en las campañas contra los indios a cambio de sobornos o favores políticos, miles y miles de hectáreas se repartieron a principios de siglo entre unos pocos de forma irregular. Ante esta realidad tuvieron que enfrentarse los inmigrantes, “la torta ya está repartida” les dijeron. Sí, ¿pero quien hizo la repartija? preguntaron. A diferencia de lo ocurrido en EE.UU. donde la tierra se repartió mas o menos igualitariamente, a través muchas veces de comunidades religiosas y pequeñas colonias, las tierras al sur del Río Grande fueron desde el principio de los tiempos, objeto de rapiña, de robo legalizado y consumado por las minorías que tenían el control del estado, acceso o influencia en él[8].
“Aquí vinieron, si, los gringos, los estranjis, aprendieron a besar el mate largamente, a conversar en porteño mezclado, en guaraní, dieron sus brazos para el frigorífico, para las fábricas y se encontraron cara a cara con los viejos fantasmas, les azuzaron sus hermanos criollos (les decían “los gringos les roban el trabajo”) les persiguieron la mejilla y como muchos de ellos venían de la pólvora, del aire de las barricadas populares y muchos descendían por parte del dolor, de la pelea, los amos les dictaron una ley:”
La realidad de estar a merced de alguien, de un tercero, de no ser dueño de su propio destino, fue particularmente cierta para los inmigrantes que se instalaron en los campos, en el interior del país. Allí no les quedaba otra opción que la de emplearse como peones en estancias, a cambio de casa, comida y un minúsculo pago mensual.
“Queda prohibido para el extranjero, jornalero, albañil, bracero o pobre, pedir aumento de salario, unirse, luchar por su camisa, el delantal, la cuchara, el repollo, los manteles. Tiene permiso para sufrir hambre, golpes y lágrimas, humillaciones, como los chinos de esta sucia tierra. Puede olvidar de a poco que es un hombre, y si lo recordase, hereje, bárbaro, archívese, publíquese, y devuélvase encadenado a su lugar de origen”.
Con pintoresco lenguaje, imitación del legal utilizado en boletines oficiales para la publicación de leyes y decretos, Gelman describe una realidad de fines del siglo pasado, la dureza con que se aplicaban las leyes a los que menos tenían, a los inmigrantes. La Ley de Vagos, sancionada por el Gobernador Urquiza prohibía la circulación de personas que no tuvieran su respectiva libreta de conchavo, expedida su empleador, el patrón de la estancia. El encarnizamiento del sistema legal con los pobres, un tema ya tradicional de la doctrina penal argentina, tiene múltiples causas y efectos. Hoy en día tiene más vigencia que nunca, por la ola de inseguridad existente, y por la necesidad de aumentar la represión para mantener el control de los millones de excluidos del sistema, o mejor dicho, de los millones que nunca estuvieron en el sistema.
En el mismo libro hay otro poema, “Niños: Corea 1952” [9]que si bien en 1956 todavía podía publicarse en el país sin riesgo, el tiempo y los acontecimientos irán volviendo más y más peligroso, más sospechoso, a medida que el militarismo de derecha se acentúa, y las oscuras fuerzas que finalmente provocarían el genocidio en el país van despertando de su letargo.

Su primer libro muestra una honda conciencia social, con poemas que hablan de las iniquidades que sufrieron sus padres y el resto de los inmigrantes que llegaron al país a principios de siglo y antes también. Les habían prometido tierras en Argentina, cuando llegaron allí muchos se encontraron con que las mejores tierras, las más productivas, estaban en manos de unos pocos terratenientes que vivían en la Capital. El reparto de la tierra, tema conflictivo ya de por sí, no solo en Argentina si no también en toda América[10] Latina es el tema del poema Un Viejo Asunto. Las injusticias domésticas de su país no son las únicas que desvelan al poeta, que demuestra su conciencia universal al denunciar la guerra de Corea, conflicto ubicado en la antípoda de su tierra, que logra llamar su atención. La tensión de la guerra fría alcanza picos notables, en 1952 EE.UU. prueba su primer bomba de Hidrógeno, y a pesar de la “tercera posición” que dicen sostener los peronistas, los roces entre las dos potencias dejan sentir sus efectos en todo el mundo y el Río de la Plata no es la excepción.[11]
En ese escenario irrumpe, como un terremoto, la Revolución Cubana, y sus ecos se escuchan en los cuatro puntos cardinales, sobre todo en Latinoamérica, caldo de cultivo propicio, ayer y hoy, para las revoluciones, por las condiciones sociales, por las injusticias, por la corrupción, por los privilegios de unos pocos: los políticos, los terratenientes, los grandes capitalistas.
El “patio trasero” de EE.UU. empieza a convulsionarse a medida que surgen movimientos guerrilleros en todo el continente, ilusionados con la idea de llevar la revolución a sus países. Gelman, conmovido, escribe la serie de poemas Cuba Sí. Las doctrinas de izquierda se expanden entre los intelectuales latinoamericanos, bastión de la conciencia social ante el avance de los regímenes de derecha, y de las doctrinas de seguridad nacional que empiezan a ser impartidas en la Escuela de las Americas, cuyos alumnos están ilusionados con aplicar lo que aprendieron.
Otro sector de la intelectualidad se vuelca hacia la derecha, hacia el poder, hacia el statu quo. Son los que más adelante proveerán el sustento ideológico para las dictaduras. Son intelectuales que, algunas veces por conveniencia personal, otras por miedo y muchas veces por una mezcla de las dos, se dejan seducir por el poder, aceptando nombramientos, ocupando espacios, dando avales y cheques en blanco, para que los militares “hagan lo que tengan que hacer” con el problema de la guerrilla y la oposición. Pertenecen, la mayoría de las veces, a la clase media o media alta, son los que tienen algo que perder, el campo, la estancia, los autos, los departamentos, “la educación de los chicos”. Son los vinculados “favorablemente” con hombres cercanos al poder, son los que siempre caen parados, esté quien esté en el gobierno. Esa clase intelectual acomodaticia y egoísta, formadora a veces de opinión, es parte de lo que Mario Vargas Llosa define como “la sentina política peruana”[12], término aplicable a buena parte de la intelectualidad latinoamericana. Hasta los dictadores africanos más feroces, gobernantes de países míseros, han aprendido que deben contar con una justificación intelectual para sus crímenes y robos. ¿Que podía esperarse de Latinoamérica, zona prolífica en intelectuales y pensadores, algunos de ellos a la carta y a pedido?.
En los 60, las picanas, los “chupaderos” y los Ford Falcons[13] Verdes todavía no son una realidad, pero se presienten a medida que las guerrillas izquierdistas de Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo, van intentado acciones más osadas y sangrientas. La reacción derechista está en gestación, se va fermentando en buena parte de la población un pedido de “mano dura”, alentado desde medios de comunicación por miembros de la clase arriba reseñada. Y la “mano dura”, lugar común de las sociedades atrasadas, subdesarrolladas y anárquicas, siempre se aplica contra el mismo pueblo, no contra sus gobernantes. Así es como la mayor parte de la opinión pública, por un lado una franja de población bastante reaccionaria, costumbrista y recelosa de los cambios y por otro los comunicadores e intelectuales pagos que los manejan y se aprovechan de ellos, va pidiendo “mano dura”, mientras la intelectualidad progresista y un sector no menor de la clase media argentina se polariza en su denuncia social. El peronismo, dirigido desde el exilio por el viejo caudillo Juan Domingo Perón, resentido a esta altura de su vida por haber sido desplazado del poder, juega a dos puntas, alberga por un lado grupos de izquierda y de derecha, que terminarán enfrentándose finalmente, provocando una catástrofe de dimensiones colosales. En esta etapa prolífica de su vida, Gelman escribe gran cantidad de versos, algunos de ellos, de una sintaxis propia; gelmaniana, como La Acción Lírica[14] “teniendo en cuenta sus desastres íntimas destrucciones y asia áfrica américa latina caras caídos en la lucha cuba que obliga a respirar el poeta se entrega a sus ciclones carga sus rabias....”.
Su involucramiento personal se ve reflejado en el poema Situaciones[15] “estuve a puertas de la muerte / asistí impasible al terrorismo / lloré junto al cadáver de un pichón / nunca entendí a los profesores las fechas de los oráculos / durante un tiempo desmonté piedra a piedra los aires del lirismo cuando alcé la cabeza me reí en especial y en general pensando en la tormenta lo serio que iba a suceder”. Con el correr de la década del 60 el mundo asistiría a la llegada del hombre a la Luna, la detonación de las más terroríficas bombas de hidrógeno[16], y el encarnizamiento de la lucha guerrillera en América Latina. Gelman escribe bellos poemas: “afuera llueve y el mundo está por hacerse pero no pides sino calentar la cocina donde soñamos la Revolución y todo eso es poco para tu cuerpo duro suave final”[17], en algunos juega con el lugar común de la mano dura, como riéndose, como satirizando: “persíganlos como a bestias mátenlos/ con esa amistad particular/ que el perro siente por la presa acábenlos/ en los montes de Salta y Jujuy en el vientre/ de hijos que no vivirán cayendo/ entre plantas violentas consejos otras víboras/ y todavía así gendarmes, nadie/ se ha terminado de morir, nada/ dejará de alentar/ hasta el día del triunfo final/ por fin hay muertos por la patria”[18].
Aparece, en esta época, el autocuestionamiento del intelectual comprometido con la revolución, la culpa de no estar en el frente, donde se lucha: “yo quisiera saber/ que hago aquí bajo este techo a salvo/ del frío del calor quiero decir/ que hago mientras el Comandante Segundo otros hombres/ son acosados a morir,/ son devueltos al aire al tiempo que vendrá/ y la tristeza y el dolor tienen nombres/ y hay tiros en la noche y no se puede dormir”[19].
La sensación de que escribiendo poesía no se alcanzará el poder le hace escribir uno de sus poemas más hermosos “Confianzas”[20] : “se sienta a la mesa y escribe “con este poema no tomaré el poder” dice/ con estos versos no harás la Revolución” dice/ ni con miles de versos harás la Revolución” dice/ y más: esos versos no han de servirle para/ que peones maestros hacheros vivan mejor/ coman mejor o el mismo coma viva mejor/ ni para enamorar a una le servirán/ no ganará plata con ellos/ no entrará al cine gratis con ellos/ no le darán ropa por ellos/ no conseguirá tabaco o vino por ellos/ ni papagayos ni bufandas ni barcos/ ni toros ni paraguas conseguirá por ellos/ si por ellos fuera la lluvia lo mojará/ no alcanzará perdón o gracia por ellos/ “con este poema no tomarás el poder” dice/ “con estos versos no harás la Revolución” dice/ “ni con miles de versos harás la Revolución” dice/ se sienta a la mesa y escribe”

Gelman siente el inconformismo y la solidaridad, las ganas de cambiar el estado de cosas existente, intuye que un mundo mejor, o al menos una vida mejor es posible: “siempre atacando a la realidad atacado/ siempre por ella de buenas y/ malas maneras quien/ esto escribe ha pasado sus días/ nadie sabe si lo han derrotado pero/ es seguro que no consiguieron/ hacerle sentir miedo/ por la belleza de este mundo/ vergüenza sí que tuvo y rabia por/ las pobrezas las humillaciones aunque/ fueran ajenas y supiera o creyera/ que todo eso acabaría una vez/.....”. La esperanza de un mundo mejor, más justo, la creencia de que el destino del hombre es un destino de evolución, de que todo mal pasará muestran, a pesar de todo, una visión optimista de la vida.

Lo que Gelman quiere dejar como testimonio, hablando en tercera persona, de su vida en esa época de convulsiones y desencuentros: “fue espléndido en cierto sentido pero/ no es eso lo que quiso dejar como herencia/ sino sus noches sin dormir bajo el capitalismo”[21].

El poeta, que durante el exilio una tendría corta militancia con Montoneros, de la cual haría una autocrítica años después reivindicando los ideales de solidaridad que lo animaron[22], ya en esta época tiñe sus poemas con arengas revolucionarias, que expresan opiniones propias de alto contenido ideológico: “toda poesía es hostil al capitalismo/ puede volverse seca y dura pero no/ porque sea pobre sino/ para no contribuir a la riqueza oficial”[23] . La muerte del Che Guevara, compatriota suyo, que en ese entonces no había alcanzado la estatura de icono revolucionario hace mella en Gelman: “el comandante Guevara entró a la muerte y allá andará según se dice”[24]

En otro bello poema se hace eco de la durísima vida de los mineros de la provincia de San Luis, pequeña muestra de la inequidad e injusticia endémica de Latinoamérica: “encima de la tierra ¿ se puede leer lo que hay escrito debajo de la tierra? ¿se pueden leer los mensajes de La Carolina ?/ “cuidado, no sacar mas material hasta que apuntalen” dice uno / “josé hay que seguir mañana por este socavón” / pero arriba se puede leer ? / ¿hay quien lee los mensajes que escriben los mineros abajo ?/”
Incomunicación de los actores sociales, diálogo sordo entre sectores que se miran con mutua desconfianza, pobreza trasmitida de generación en generación de una clase obrera incapaz de vivir dignamente con el producto de su trabajo y sometida a altas dosis de represión, problemas que solo una actitud de verdadera solidaridad y desinterés de la clase más privilegiada (políticos, empresarios, sindicalistas).
“¿se pueden leer verdaderamente esos mensajes ?/ “Perón es nuestra única esperanza” dice uno / San Luis es chico y La Carolina está en San Luis / La Carolina es chica / treinta mineros sacan el wólfram / alguien los lee? los leen encima de la tierra ? / ellos escriben aunque nadie los lea / escriben en las paredes de la mina / escriben con sus lámparas de carburo / escriben bajo la noche profunda/[25]
Hay espacio para el enojo, para “la bronca”, para el dolor, la indignación, y la perplejidad que causa la violencia política instalada en el país: “the times literary supplement dice:/ golpear genitales con todo el puño implicaría ruptura violencia y enorme daño para los órganos envueltos”/ ¿ y aplicar picana eléctrica en los genitales ?/ ¿y quemar, golpear el cuerpo tendido y volver a aplicar la picana eléctrica en los genitales ?”
Hay quien dice que la picana, instrumento usado para aplicar descargas eléctricas en los cuerpos de los detenidos, es un invento argentino, al igual que la birome, el colectivo y el dulce de leche. Como no hay una patente sobre la picana, no podemos saber si ello es o no verdad, lo que parece hoy en día fuera de discusión es que la dictadura argentina llevó los medios de tortura existente a fines de los 70 a un nivel de perfeccionamiento desconocido hasta ese entonces. La creatividad puesta de manifiesto parece no tener límites. Se sabe que muchos detenidos eran drogados y subidos a aviones militares para ser arrojados desde una gran altura, todavía vivos, sobre el Río de la Plata[26].
“no hay rías para los genitales varados en el sur/ implicaría aplicaría/ los genitales están implicados por acá/ sufren aplicaciones ruptura violencia enorme daño por acá/
los genitales se disiparon en la niebla de Londres/ envueltos en las hojas amarillas del times literary supplement/ la tinta los exitó/ la tinta convirtió su rabia en hechos somáticos eróticos” Aquí Gelman vuelve a jugar con las palabras, mimetizándose con la jerga médico-psicológica, para describir una realidad que pareciera superar los límites de la imaginación.
"acá lo somático es así :/ aplican la picana eléctrica en los genitales/ queman golpean el cuerpo tendido y vuelven a aplicar la picana eléctrica en los genitales/ vuelven a quemar golpear el cuerpo tendido y vuelven a aplicar la picana eléctrica en los genitales/ varados en el sur”[27]. Vemos su desesperación ante la ignorancia mundial sobre lo que ocurría en aquellos tiempos en su país, ante la falta de interés del mundo en los problemas domésticos de Argentina.
En 1976 un golpe militar largamente gestado, concebido y cocinado, estalla. Sería la intervención mas larga de las Fuerzas Armadas en el gobierno y también por lejos, la más sangrienta. De los 9000 “desaparecidos” oficiales[28], hubo varios muy cercanos, dolorosamente cercanos al poeta: su nuera Claudia, embarazada de 7 meses y su hijo Marcelo Ariel. Gelman ya se había exiliado un año antes, amenazado de muerte por un grupo paramilitar. No quedan de esos días aciagos que le tocó vivir mas testimonios que los que él mismo ha dado en años posteriores. Solo diremos aquí que su lucha por conocer a su nieta, nacida en cautiverio, y entregada presumiblemente a una familia adoptiva, a proyectado su figura en el mundo entero. Personalidades del arte, escritores, poetas se han solidarizado con la búsqueda de Gelman para conocer la verdad. Finalmente la nieta y su abuelo pudieron conocerse en el año 2000. Se sabe que la muchacha, cuyo nombre fue mantenido en reserva, vive con su familia adoptiva en Montevideo, Uruguay, hecho este aceptado por Gelman que ha dicho “está con una familia a la que quiere y que la quiere”.
DURANTE EL EXILIO
6) Rasgos del exilio en la obra de Juan Gelman:
El exilio siempre es difícil, más aún cuando hay una simbiosis entre el poeta y su ciudad y su país:
“escribo versos previamente llorados / por la ciudad donde nací......./ también aquí nacieron hijos dulces míos/ que entre tanto castigo te endulzan bellamente./Hay que aprender a resistir /Ni a irse ni a quedarse, a resistir, aunque es seguro que habrá más penas y olvido.”[29]
Uno de los rasgos mas dolorosos del exilio es que no hay despedida. Arrancado de cuajo de su hogar y de su medio, fresco aún el dolor de la derrota y el desgarro por lo perdido, el exiliado tiene que partir sin alcanzar casi a despedirse de sus familiares y amigos.[30] Dos componentes tiene el exilio, la imposición de la partida y la imposibilidad del retorno. Muchas veces el exiliado se siente abrumado por la culpa que experimenta frente a los compañeros que ha visto caer a su lado o cuyos terribles gritos han escuchado desde celdas contiguas[31]. Este estado de ánimo es campo fértil para el escepticismo, la desilusión, cuando no la desesperación. Mario Benedetti[32] lo ha descrito con hermosas palabras “a veces se tiene un valor a prueba de balas y, sin embargo, no se posee un ánimo a prueba de desencantos. Muchos de estos jóvenes que arriesgan la vida por una convicción política deben aprender el coraje más gris, más modesto, de asumir una derrota, enfrentar una realidad distinta de la soñada y empezar a construir una vida cotidiana”. Integrarse y romper la “sacralización” con que algunos viven el exilio es sentido también como la pérdida de una identidad que los definía. Se sienten entonces inseguros, ansiosos, descolocados: les cuesta, aún más que a otros el no poder reproducir en las nuevas condiciones lo que constituía el eje de sus vidas, la militancia. La situación de los exiliados en el nuevo país es compleja. No vienen “hacia” algo, sino huyendo o expulsados “de” algo, amargados, resentidos, frustrados.
Para hacer frente a los múltiples problemas pueden utilizar como “prensado” entre la vida anterior mitificada y convertida en lo “único valioso”, y la vida futura, representada por la ilusión de poder volver al país de origen: ilusión tanto más idealizada cuanto mayor sea la imposibilidad de realizarla. Contra sus posibilidades de integración a la sociedad a la que llegan juega el sentimiento de culpa, ya que dicha integración puede ser sentida como “traición”: a la causa, a los que quedaron, a los que murieron.
“Paco Urondo murió por la felicidad de los millones que, no aspirando a escribir o prestigiarse, quieren vivir humanamente. De los restos de Paco come un cuervo que fabrica antologías y ahora dicta cátedra de Paco en la universidad europea de B. Paco se parece cada día más a los millones que un día triunfarán. Las plumas del profesor se han vuelto verdes, ya ni cuervo parece, pide papa si quieren que repita la lección”[33]

En tales casos pueden reaccionar con rechazo ante lo que ofrece el país nuevo y no está en función del propio: costumbres, idioma, trabajo, cultura. A veces también con cierta mirada crítica:
“Cuando ciertos europeos se dan cuenta del negocio del exilio latinoamericano, cambian de rostro extrañamente, vacilan, palidecen como si recorrieran pavores de la infancia. Luego recobran seriedad, recomponen su estar, reconocen que la solidaridad es necesaria y sobre todo, mutuamente solidaria. De la sangre de muchos sacarán un artículo o dos, alguna cátedra o sueldito. Lo cual carece de importancia./”.

Osvaldo Bayer[34] dice que la actitud hacia el país receptor puede variar desde el agradecimiento a todo lo contrario, a una acusación emocional y amarga, cuando el exiliado va a parar a países que mantienen estrechas relaciones con el tirano de turno de su país, con “su” tirano.

Benedetti también explica: “como el exilio todo lo aplana y tritura, a alguien hay que achacarle la culpa de toda la frustración, de toda la angustia y, por supuesto, se machaca al contiguo, al prójimo más próximo”. La falta de estabilidad, el sentirse como “de paso” (con ilusiones de pronto retorno), explica la carencia de interés, en ciertos casos, para tratar de recuperar su nivel social o profesional anterior; recíprocamente, la degradación social de muchos de ellos aumenta la inseguridad y la persecución. Aún en el mejor de los casos la situación -por lo impuesta y no elegida- resulta dolorosa y sigue siendo una “condena”. “Amo esta tierra ajena por lo que me da, por lo que no me da. Porque mi tierra es única. No es la mejor, es única. Y los ajenos la respetan sin querer, siendo ellos, siendo de otra manera, bellos de otra manera. /En sus bellezas me conmuevo. Nada tengo que ver con su manera de llegar a la belleza./

Esto es hermoso: dándome su belleza, me dan también la ajenidad de la belleza. La injusticia, el dolor, el sufrimiento, se interponen casi siempre./ Salú, belleza. Somos pedazos del viaje universal, diferentes, contrarios, las mismas olas nos arrastran./ Iremos a parar a cualquier playa. Vamos a hacer un fueguito contra el frío y el hambre./ Vamos a arder bajo la misma noche./ Vamos a vernos, ver.”[35]
También hay espacio para el dolor del que se quedó y traicionó la causa revolucionaria, para el que se vendió: “Leí los diarios de la época. En “La Opinión” -donde alguna vez trabaje, que alguna vez fundé- un compañero intelectual de la izquierda (un ex-compañero o ex-izquierda) sumaba su vocecita paga a la propaganda de la dictadura militar. El diario era de los militares para entonces, el ex-compañero o ex-izquierda también.....”[36]
Ciertos exiliados han expresado que todo el mundo al que pueden acceder no es más que una cárcel, porque se sienten privados de estar en el único lugar en el que quisieran estar: su país. Un periodista exiliado decía “estamos condenados a que nuestros hijos se críen en un idioma que no es el suyo, y que nuestros ojos no reconozcan las calles y los árboles. Estamos condenados a mirar a los abuelos morirse lentamente por correo, y a los sobrinos nacer por repentinos telefonazos. Pero tal vez la peor condena de todas es ver como nuestro país se retira, se nos va como una marea extraña, distante, indescifrable, y presenciar cómo, indecisos, nuestros cuerpos comienzan a acostumbrarse, en contra de su voluntad y tal vez para siempre, a una tierra que no han escogido de su libre albedrío.” En estas condiciones el “tal vez para siempre” tiene connotaciones trágicas: expresa la angustia ante lo que el ser humano siente como inexorable, irremediable, como la muerte. En las fantasías de los pueblos primitivos se alude a la muerte con la expresión “reunirse con los antepasados”. Esta metáfora revela la preocupación del individuo acerca del sitio donde ha de terminar sus días, indicando -de este modo- el deseo de volver a la tierra de los ancestros, como fantasía inconsciente de retorno al claustro materno. Morir lejos..., “morir en tierra extraña”, es sentido como más muerte: como la imposibilidad de ese retorno fantaseado. Separarse es morir en la mente del otro, al mismo tiempo que llevar al que se ha quedado muerto en nuestra mente. Los que tienen una personalidad más fuerte y equilibrada, más recursos defensivos, mayor capacidad para tolerar el dolor y la frustración, y para tolerar y elaborar la culpa por los que se quedaron o murieron, tienen también mayor capacidad de espera, de admitir el cambio de situación y, lentamente hacer el duelo por todo lo perdido: “Los exiliados son inquilinos de la soledad. Pueden corregir su memoria, traicionar, descreer, conciliar, morir, triunfar. En este último caso, se miraron a la cara como si fuese suya: estaba llena de traidores, descreídos, conciliadores, muertos, y también de compañeros que murieron con fe y arden bajo la noche y repiten sus nombres y no dejan dormir.”[37]
Si por otra parte, tienen la posibilidad de encontrar un medio acogedor que los reciba, alguien que pueda contener sus angustias, pueden lograr reorganizarse y realizar un trabajo creativo en el nuevo ámbito. Así lo expresa un personaje de la novela del uruguayo De Benedetti, Primavera con una esquina rota “Yo diría que hay que empezar por apoderarse de las calles. De las esquinas. Del cielo. De los cafés. Del Sol y lo que es más importante, de la sombra. Cuando uno llega a percibir que una calle no le es extranjera, solo entonces la calle deja de mirarlo como a un extraño......”
De Gelman hay muchos fragmentos así, de gran claridad narrativa y belleza poética: “Yo no me voy a avergonzar de mis tristezas, mis nostalgias. Extraño la callecita donde mataron a mi perro, y yo lloré junto a su muerte, y estoy pegado al empedrado con sangre donde mi perro se murió, existo todavía a partir de eso, existo de eso, soy eso, a nadie pediré permiso para tener nostalgia de eso”[38]

Los ejemplos de los exiliados que pudieron adaptarse son numerosos. La guerra civil española llevó a las costas de América grandes cantidades de exiliados: exiliados forzosos y también voluntarios. Después, en los sesenta, setenta y ochenta, las convulsiones políticas de muchos países latinoamericanos llevaron a España nuevos exiliados, voluntarios o forzosos, invirtiendo la dirección de la corriente migratoria. Tanto en una orilla como en la otra, muchos rehicieron sus vidas, curaron sus heridas y se nutrieron de lo nuevo y diferente que ese mundo les ofreció. Los más dotados, entre ellos no pocos poetas y científicos, músicos, pintores y catedráticos, actores y escritores, pudieron “aprender de la experiencia”, y enriquecidos con lo vivido y sufrido, producir una obra que trascendió largamente las fronteras de su país de adopción. En el caso de Gelman, si bien no puede considerarse enriquecedora sino más bien traumatizante la experiencia de perder parte de su familia, el exilio en sí a tenido un fuerte impacto en su obra.
La reacción ante la pérdida de la identidad expuesta crudamente, sin concesiones: “¿Acaso soy otra cosa? Vinieron dictaduras militares, gobiernos civiles y nuevas dictaduras militares, me quitaron los libros, el pan, el hijo, desesperaron a mi madre, me echaron del país, asesinaron a mis hermanitos[39], a mis compañeros los torturaron, deshicieron, los rompieron. Ninguno me sacó de la calle donde estoy llorando al lado de mi perro. ¿Que dictadura militar podría hacerlo? ¿Y que militar hijo de puta me sacará del gran amor de esos crepúsculos de mayo, donde la ave del ser se balancea ante la noche?[40]

Gelman, consciente de la idealización de su país de origen que provoca la distancia, y más aún, la prohibición de volver, reconoce: “No era perfecto el país antes del golpe militar. Pero era mi estar, las veces que temblé contra los muros del amor; las veces que fui niño, perro, hombre, las veces que quise, me quisieron. Ningún general le va a sacar nada de eso al país, a la tierrita que regué con amor, mucho o poco, tierra que extraño y me extraña, tierra que nada militar podrá enturbiarme o enturbiar.[41]

Como si quedaran dudas del amor que le profesa a su tierra, que tanto daño le causó, como si hubiera necesidad de justificar el amor de alguna manera dice: “Es justo que la extrañe. Porque siempre nos quisimos así: ella pidiendo más de mi, yo de ella, dolidos ambos del dolor que uno al otro hacía, y fuertes del amor que nos tenemos. Te amo patria y me amás. En ese amor quemamos imperfecciones, vidas”[42]
Las adquisiones externas son los correlatos de las adquisiciones internas, el nuevo país, la nueva sociedad entran poco a poco a formar parte de la propia vida como lo fue el país de origen; el inmigrante va perteneciendo cada vez más a su nuevo entorno y este le pertenece, a su vez, cada vez más. Cada rincón de la ciudad donde vive le va siendo familiar, se va cargando de significados y recuerdos, se va asociando con situaciones vividas, va siendo querido: esto le hace sentirse más rico, más pleno: hay más personas y cosas a quienes querer. Pero es frecuente que, simultáneamente, descubra que su integración tiene un límite, que nunca será “uno de ellos”, los nativos: que se puede compartir con la gente que le rodea muchas cosas, pero no otras, y que lo mismo ocurre a los demás con respecto a él: “estoy desterrado de vos. Mis pies pisan otras tierras, y la cosa es que viva yo en otras tierras sin mentirme, sin mentir. Plantitas delicadas pueden sobrevivir. El aire amigo -aunque no entiende nada de nada- podrá abrigarlas, darles luz...........”[43]

Y es por entonces que suelen comenzar a rondar por la mente fantasías de retorno al propio país, buscando recuperar algo del arraigo perdido: “Serías más aguantable, exilio, sin tantos profesores del exilio, sociólogos, poetas del exilio, llorones del exilio, alumnos del exilio, profesionales del exilio, buenas almas con una balancita en la mano pesando el más el menos, el residuo, la división de las distancias, el 2x2 de esta miseria./Un hombre dividido por dos no nos da dos hombres./ Quien carajo se atreve, en estas circunstancias, a multiplicar mi alma por uno.”[44]
Las fantasías de volver, presentes en toda migración, pueden sufrir diversos destinos: quedar como proyectos pospuestos para el futuro pero que entre tanto compensan las vivencias de desarraigo y son fuente de secreto placer. Pueden realizarse parcialmente a través de viajes esporádicos. Los viajes de visita aún cuando no impliquen un tanteo de las posibilidades de volver, significan una confrontación. El deseo manifiesto es el reencuentro con todo lo abandonado, pero conlleva el gran temor al desencuentro. Es como si quisiera saber como hubieran sido las cosas si no hubieran sido como fueron, y a través de ello ratificarse o rectificarse en cuanto a haber sido obligado a partir. “Volví clandestinamente a Buenos Aires en mayo de 1978. Estaba bellísima la ciudad. Mejor dicho, bellísima bajo esos días de mayo en el que el otoño porteño admite un fuego, una calor de primavera muriendo o por nacer, nunca se sabe.”[45] Saber que todo lo que se ha dejado sigue efectivamente allí, que no es solo producto de nuestra imaginación. Y que los que quedaron allí nos han perdonado por haberlos abandonado, que no nos han olvidado, que aún nos quieren. Partir es también “partirse”. Es llamativo el doble significado del término. Su casa, su lugar de trabajo ya no son de el, esto provoca en el exiliado un sentimiento que además de dolor y celos, es de extrañeza, como podría ser ver el mundo después de estar muerto: “Cierro los ojos bajo el solcito romano. Pasás por Roma, sol, y dentro de unas horas pasarás por lo que fue mi casa, no llevándome sino iluminando sitios donde falto, que reclamo, que reclaman por mí/ Los vas a calentar de todos modos, exactamente cuando de frío temblaré.”[46]
La decisión de retornar no es fácil tanto para los que han emigrado voluntariamente como para los que sufrieron el exilio.[47] Aún para aquellos que lo desearon fervientemente, con todas las partículas de su ser, golpeados por la nostalgia, la decisión de volver es difícil. Cuando el cambio de circunstancias los enfrenta con la posibilidad del regreso y el poder concretar la ilusión -tanto tiempo acariciada- de reintegrarse a los suyos, muchos son los que dudan y vacilan. ¿Que piensas hacer? No sé, siento que no soy ni de aquí ni de allí. El famoso desgarro del desexilio, la herida del regreso. A veces volver es tan difícil como irse. Se dan casos de emigrantes que, vueltos a sus países de origen, quedan tan impregnados de la cultura del país donde han vivido tantos años, que son tratados como extranjeros. La añoranza por la tierra adoptiva puede ser también muy fuerte. En España hay instituciones que se dedican a ayudar a los “emigrantes retornados”, para que recuperen la lengua olvidada y no pierdan la lengua aprendida. Es decir lo que toda experiencia migratoria debería lograr: enriquecer el acervo cultural de las personas. Aunque en toda migración, de ida o de retorno, se pierden inevitablemente cosas valiosas -no puede ser de otra manera- se siente que el mundo se ha ensanchado y enriquecido, abarcando afectos del viejo y nuevo mundo.[48]
Lo que mis amigos han vivido al margen de mí, lo proscrito y lo entrañable, la historia que me pertenece y la que siento ajena, hacen de esta experiencia una especie de animal bifronte con una mirada dirigida a lo que fue mío y otra fascinada por lo que dejó de serlo y sigue siéndolo.

También se puede y es muchas veces así, cambiar de país adoptivo, como nos lo señala Gelman en un bello y triste poema: ¿oíste /corazón?/nos vamos con la derrota a otra parte/ con este animal a otra parte /los muertos a otra parte/...............una mujer y un hombre como tigres enjaulados en la memoria del sur /besando hijitos que nunca más van a crecer /compañeros que nunca más van a crecer...............vámonos con esta perra a otra parte / no tenemos derecho a molestar / nuestro solo derecho es empezar otra vez bajo la luz del sol sereno/[49].

El hecho más relevante e irreversible del regreso es constatar que, aunque uno lo desee, ya nunca podrá reintegrarse total y absolutamente a su país de origen. Las experiencias y costumbres del país o los países donde vivió le impedirán ya para siempre poder participar espontáneamente de muchos fenómenos y experiencias ante las cuales mantendrá, de por vida, una actitud crítica y distante. En mayor o menor grado uno percibirá que no es de ningún lado.

El Sur, la obsesión del Sur, mirar, pensar permanentemente en el Sur, los muertos del Sur, los compañeros del Sur, ¿es posible que el Sur, como punto cardinal, duela en la memoria? : “te amo señora / como al sur / una mañana sube de tus pechos / toco tus pechos y toco una mañana del sur / una mañana como dos fragancias / de la fragancia de una nace la otra / o sea tus pechos como dos alegrías / de una alegría vuelven los compañeros muertos en el sur / establecen su dura claridad / de la otra vuelven del sur / vivos por la alegría que sube de vos......te amo porque sos mi casa y los compañeros pueden venir / sostienen el cielo del sur / abren los brazos para soltar el sur / de un lado les caen furias / del otro trepan sus niños............los compañeros brillan en las ventanas del sur / sur que brilla como tu corazón/[50].

Este mirar las cosas desde una nueva perspectiva consume también mucho tiempo y energías, lo cual explica que la reintegración tenga que hacerse a lo largo de los años y quizá no llegue nunca a ser total, ya que siempre su relación con todo quedará mediatizada por la experiencia migratoria.
A cambio de ello, uno puede llegar a sentirse algo más “ciudadano del mundo”.

Reside actualmente en México, aunque "Volver, vuelvo todos los años, pero no para quedarme. La pregunta para mí no es por qué no vivo en la Argentina sino por qué vivo en México. Y la respuesta es muy simple: Porque estoy enamorado de mi mujer, eso es todo"[51].

“Esto es hermoso: dándome su belleza, me dan también la ajenidad de la belleza. La injusticia, el dolor, el sufrimiento, se interponen casi siempre./ Salú, belleza. Somos pedazos del viaje universal, diferentes, contrarios, las mismas olas nos arrastran./ Iremos a parar a cualquier playa.....” [52]

A modo de epílogo :

Está claro que “uno nunca vuelve, siempre va”.


[1]“Interrupciones 2” de Juan Gelman, “Bajo la lluvia ajena (notas al pie de una derrota)”, poema XVI, Pág. 27. Ediciones Seix Barral, Colección Biblioteca Breve, 1998 Buenos Aires, ISBN: 950-731-206-4.
[2] Con un premio que asciende a los cien mil dólares.
[3] Alianza Anticomunista Argentina, grupo para-policial dirigido por un oscuro expolicía, que actuó antes y durante la dictadura del 76.
[4] A los once años de edad publica un poema de amor en una revista de barrio.
[5] Con excepción del primer gobierno de Perón 1946-1952.
[6] Extraído de “Juan Gelman, Obra Poética” Ediciones Corregidor, Buenos Aires, Año 1984, ISBN: 905-05-0348
[7] Extraído del Censo del Indec. Escribo esto a principios del Año 2002, queremos que esta realidad cambie en el futuro.
[8] Recomiendo leer sobre este punto “Gringo Viejo”, novela del mexicano Carlos Fuentes.
[9] Puede leerse en la página 28 de la Obra citada anteriormente, en el Gelman critica el accionar de EE.UU. durante la guerra de Corea.
[10] Ver también “El llano en llamas” del mexicano Juan Rulfo.
[11] Ver en el mismo libro: Llamamiento contra la preparación de una guerra atómica y Testamento de Pepe Díaz Soldado, donde refleja el movimiento de Sandino en Nicaragua.
[12] Mario Vargas Llosa, “El Pez en el Agua” Autobiografía, Seix Barral, Biblioteca Breve, Año 1993.
[13] Automóvil frecuentemente usado para la detención de personas durante la dictadura argentina.
[14] Obra citada, Pag. 177.
[15] Obra citada, Pag. 180.
[16] La Tzar Bomb, detonada por los soviéticos en octubre de 1962 sobre Nueva Zemlya, tenía una potencia de 58 megatones, equivalente al 1% de la energía solar. www.vce.com
[17] Obra citada, Pág. 184, Ama de la Noche.
[18] Obra citada, Pág. 193, Masacre de Guerrilleros.
[19] Obra citada, Pág. 192, Hechos.
[20] Obra citada, Pág. 379, Confianzas.
[21] Obra citada, Pág. 208, CCLXVI
[22] Entrevista de Verónica Chiaravalli Diario "La Nacion", Buenos Aires,1997.
[23] Obra citada, Pág. 212, XCI
[24] Obra citada, Pág. 241.
[25] Obra citada, Pág. 371, Escrituras.
[26] Ver el libro “El Vuelo” de Horacio Verbistky, Editorial Planeta.
[27] Obra citada, Pág. 373, Somas.
[28] Organizaciones de Derechos Humanos han estimado este número en alrededor de 30.000
[29] Juan Gelman, Gotán – que es la palabra tango invertida-.
[30] León Grinberg y Rebeca Grinberg “Psicoanálisis de la Migración y El Exilio” Alianza Editorial, Madrid, Año 1984, ISBN 84-206-0060-1
[31] Gelman estuvo detenido en dos oportunidades.
[32] De Benedetti, M. (1982) : Primavera con una esquina rota. Madrid, Alfaguara. Este escritor uruguayo también sufrió el exilio.
[33] Interrupciones 2 citado, Pág. 26
[34] Exilio, de Osvaldo Bayer y Juan Gelman, Pág. 44.
[35] Interrupciones 2 citado, Pág. 28
[36] Interrupciones 2 citado, Pág. 30
[37] Interrupciones 2 citado Pág.39
[38] Interrupciones 2 citado, Pág. 14.
[39] Se refiere a compañeros de lucha, como Paco Urondo, poeta como él, “desaparecido” en 1976.
[40] Interrupciones 2, citado Pág. 14
[41] Interrupciones 2, citado Pág. 14
[42] Interrupciones 2, citado Pág. 14
[43] Interrupciones 2, citado Pág. 15
[44] Interrupciones 2, citado Pág. 21
[45] Exilio, Juan Gelman, Osvaldo Bayer, Editorial Legasa, Bs.As., Año 1984 Pág. 32 ISBN: 950-600-030-1
[46] Interrupciones 2, citado Pág. 22
[47] “Psicoanálisis de la Migración y El Exilio”citado, pagina 219.
[48] “Psicoanálisis de la Migración y El Exilio” citado, pagina 225.
[49] Interrupciones 2 Pág. 51, Otras Partes.
[50] Interrupciones 2 Pág. 61, Hacia el sur.
[51] Entrevista extraída de www.aldeaeducativa.com
[52] Interrupciones 2 citado, Pág. 28

1 comment:

Idixit said...

me voy enterando de esta persona por esta página, creo que tengo mucho por leer de el,
llegué aquí por que buscaba una frase que leí en una novela de Benedetti, 'Primavera con una esquina rota' "Cuando uno llega a percibir que una calle no le es extranjera, solo entonces la calle deja de mirarlo como a un extraño.....y así con todo.” "
y me voy enterando que es de Juan Gelman como dices, seguiré leyendo y buscando, saludos.